1. Un empleado debe de ser visto como una extensión de usted mismo. Una persona que debe de aprender a hacer las cosas con la calidad que usted las quiere dado que las está haciendo en su representación.
2. Hay que explicar a cada empleado de manera “muy específica” lo que se espera de el tanto de valores mínimos como la puntualidad, disponibilidad, honestidad así como los resultados esperados de su puesto de manera específica, un tiempo definido, un número o porcentaje que pueda ser medido en determinados periodos y los detalles completos de la actividad de manera clara. Una vez que hagamos esto hay que pedirle que nos repita con sus palabras todo lo que ya le explicamos para asegurar que entendió completamente.
3. Realizar una capacitación mínima en sitio en el cual usted observará al empleado como hace las cosas que ya le explicó y le irá afinando los detalles que este no haya comprendido durante un periodo mínimo de una semana. Después de esto puede hacerlo cada quince días y con visitas sorpresas. Parece que al inicio es mucha más trabajo aunque tenga una persona que le ayudara, sin embargo es una inversión de tiempo valiosa que asegurará la calidad que requiere del trabajo y la cual usted en un corto periodo solo supervisará en tiempos que defina convenientes y así nunca tendrá que hacer el trabajo como antes.
4. Revise resultados del puesto cada semana o cada 10 días y hable con el empleado para felicitarlo si es que ha mejorado constantemente, y/o explicar nuevamente los detalles que se deben corregir.
5. Incentive al empleado por sus buenos resultados. Ojo, únicamente por buenos resultados y nunca por resultados a medias aunque le diga que hizo todo el esfuerzo que pudo. Dele ánimos por su buen esfuerzo pero no lo felicite por un resultado malo. Ayúdele a explicar, capacitar, buscar un mejor proceso que le facilite llegar a la meta que se pretende.
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